top of page
  • Foto del escritorLucía Chiola Iannone

Nina

¿Que daría todo por volver a verte? Claro que lo haría, sin dudarlo un solo segundo.

Podría juntar todas mis posesiones en una caja, o más bien en un camión. Mi ropa, mis libros, mis artesanías, las cartas de la gente que más amo, incluso la guitarra del nonno.

“Daría todo lo que tengo y más”, solemos decir. Y yo siento que podría añadir al camión la vida de todas las personas que amo (las pocas que me quedan) e incluso la mía propia, y tampoco alcanzaría.

Es muy fácil dar todo lo que tengo por recuperarte, porque ni el camión entero, ni el mismo multiplicado por el número más grande que se te ocurra, valen siquiera una cuarta parte de lo que significabas en mi vida.

Con vos se fueron las buenas navidades, los cumpleaños felices, las historias que valen la pena, los cuentos bien narrados y los mejores abrazos. ¿Cómo pretender traer todo eso de vuelta dando lo poco que tengo? No entiendo mucho de negocios, pero estoy segura de que no sería un intercambio justo. Ni siquiera es meritorio decirlo, ni siquiera todas esas posesiones, materiales e inmateriales, tienen sentido desde que te perdí, desde que no puedo compartirlas con vos.

Anestesio el dolor escribiendo, hago un intento en vano por revivirte en palabras, palabras que jamás lograrán explicar lo que fuiste, o lo que sos, viva en mi memoria. Hago un intento en vano por revivirte poniendo tu nombre a todo lo que amo, creyendo que así te tengo más cerca, que así te hago partícipe de mis cosas, cuando en realidad tu presencia es tan solo nominal.

“Nina” quiero que sea el nombre de mi próximo emprendimiento, de la mascota que adopte cuando me mude sola y necesite compañía, de este texto, y será el primero que me tatuaré, si algún día tengo las agallas de introducir tinta en mi piel. “Nina” será el nombre de muchas cosas, y sin embargo me seguirá doliendo, porque al visitar tu casa en una tarde de domingo y pronunciarlo, jamás volveré a escuchar una respuesta de tu voz. Jamás volveré a escuchar una respuesta de esa voz que olvidé, y que daría todo por, al menos, recordar. Pero ese todo que no alcanza para recuperarte, tampoco lo hace para devolverme un recuerdo tuyo.

Lo entiendo, créeme que entiendo tu valor. Entonces quito del camión todo lo que ilusamente subí en algún momento, creyendo que sería suficiente. Me quedo con los libros que me regalaste, la guitarra que con una sonrisa, que en mi memoria se desvanece, me escuchaste tocar y los recuerdos.

El chofer me saluda y se va, tan rápido como te fuiste, tan pronto como se fueron las buenas navidades, los cumpleaños felices y el sonido de tu voz.

.

Lucía Chiola Iannone

bottom of page