top of page
  • Foto del escritorLucía Chiola Iannone

Escondidas con la vida

Un día la vida te encuentra siendo algo que nunca antes habías sido. Fue al lugar en donde nunca faltabas, pero ya no estabas allí. Se ve que te olvidaste de quien solías ser, te fuiste alejando de a poco, te desorientaste y hoy te cuesta volver.

Con la vida estás jugando a las escondidas, hace rato ya. Y vos no aparecés por ninguna parte. Siempre te fue bien en ese juego y esta vez no es la excepción. A la vida le gustaría gritar para encontrarte tan fuerte como la maestra cuando terminaba el recreo y vos seguías ahí, atrás de un árbol, inmóvil, porque siempre te gustó ganar. Sin embargo, esta vez, aunque te hayas escondido perfectamente, perdiste igual. Te perdiste.

No hay gritos de la maestra, pero hay otras señales. La gente que se aleja. Las caras de decepción. El tiempo que pasás en soledad, o en mala compañía. La manera en la que te sentís con vos mismo. La vida no sabe continuar con la nueva persona que sos, es por eso que te parece una mierda.

La traición no le gustaba a tu antigua persona, y a la actual entiendo que tampoco. Resulta extraño, entonces, que no te percates de que te estás traicionando a vos mismo, a tus principios. Porque vos habías jurado nunca ser así, con seguridad. Yo me acuerdo. Yo estaba ahí. A mi no me engañás. Ahora no quiero escuchar nunca más tus promesas.

Volvé rápido, antes de que sea tarde. Antes de que todos pierdan la esperanza de verte regresar y desalojen el lugar. Porque hasta la persona con más paciencia, consciente de su finitud, se cansa y se va. Sabés dónde está tu hogar, eso no se olvida jamás. Allá está frío y el camino es largo, pero acá te esperamos con los brazos abiertos y la maestra no te va a retar, no tengas miedo.

Le estoy hablando al espejo, ya no sé qué más hacer. Ayudate. Ayudame. Haceme caso, volvé. Extraño a mi viejo yo.

.

Lucía Chiola Iannone

bottom of page