top of page
  • Foto del escritorLucía Chiola Iannone

Hoy te crucé

Hoy te crucé. Justo yo, que odio cruzarme con la gente. Que voy caminando por la calle rezándole a todos los santos no encontrarme con nadie. No me gusta la coincidencia obligada, la charla forzada, las preguntas cuyas respuestas no interesan a ninguno de los participantes de la conversación. Si salgo sola, es para estar conmigo misma, una de las mejores compañías que existen.

De cualquier forma, hay personas y personas. Justo me tocaste vos. Puta madre. No puedo escapar. Te tengo enfrente. ¡Hola! ¿Cómo estás? ¡Cuánto tiempo! Me quiero matar (eso no va en voz alta). Tragame tierra (eso tampoco). Yo que pensaba que no me importabas. Hay una parte dentro mío que se me caga de risa, por lo menos puedo ponerle un poquito de humor. Te extraño. Yo todo bien, igual que siempre. Claro, sin vos, pequeño detalle. Qué felices que éramos. Bueno, un poquito de esa conversación forzada que tanto odio y chau, hasta que la vida nos vuelva a cruzar, porque es claro que no vamos a organizar un encuentro.

Espero que estés bien enserio, no como respuesta obligada al “¿cómo estás?”. Espero que estés tan feliz como parecías cuando te crucé. Que sonrías tanto como cuando me descubriste entre la marea de gente y que la sonrisa sea genuina, no sé si hoy lo fue. Siento que ya no te conozco. Que tengas proyectos, que cumplas los sueños que me contaste que tenías. Yo supe todo de vos. Yo dormí con vos. Yo te vi llorar. Yo te abracé, mucho. Hubo un tiempo en el que el mejor abrazo era el tuyo. ¿Qué nos pasó?

Me encantaría guardar el orgullo como nunca antes, pero me faltan agallas. Hoy hubiese cruzado de calle si hubiese sido posible, pero ya era tarde, no lo voy a negar. Si vos sabés todo de mí y yo sé todo de vos, o alguna vez fue así, ¿qué nos separó?

Habrán sido las ideas opuestas, algunas diferencias en cosas que para la duración de la vida se vuelven insignificantes. Comí con tu familia, ¿por qué carajo no nos hablamos?

A mi nunca me cuesta irme de lugares, abandono rápido y huyo bien lejos. Pero esta vez me está costando. No puedo. Me quedé a mitad de camino. Y hoy te crucé. Un pasito más cerca tuyo, el único factor que faltaba para acentuar mi indecisión, mi incertidumbre. ¿Vos me querés allá? Jamás me animaría a preguntártelo, pero decime que sí, por favor. Te extraño. Y mirá que nunca digo eso. Venite un ratito para acá. Me gusta que me vengan a buscar.

Conozco cada rincón de tu casa y tu comida favorita. Todavía te la puedo cocinar, había una receta mía que te encantaba probar. A pocas personas les cociné como a vos. Venite, el horno está siempre encendido. La casa es pequeña, pero el corazón es grande. Siempre cabe uno más, y acá ya tenés tu lugar. No te vayas.

Sé vivir sin vos, obvio que puedo hacerlo. Nadie es imprescindible. Puedo, pero no quiero. No quiero que lo nuestro se reduzca solo a recuerdos, a retazos de anécdotas de esas que te visitan cada tanto. No quiero verte crecer y envejecer en encuentros esporádicos en el barrio. No quiero sentir que te desconozco, saber de vos por lo que me cuenta el resto. Si hablábamos siempre, si reíamos a más no poder, si compartíamos todo.

Puedo seguir sin vos, puedo cruzarme de calle cada vez que te veo de lejos, puedo incluso mandarte a la mierda. Sin embargo, ya marcaste huella en mí, ya está, es tarde para borrarte. Vas a existir por siempre en alguna parte de mi ser. Pero vivir dentro mío es distinto a compartir la vida conmigo. Deberíamos sentarnos a hablar, ver en dónde queremos situar nuestra historia, en el pasado o en el “para siempre”. Yo hoy me di cuenta de que elijo el último. Alguna vez nos juramos un “para siempre”, ¿cuánto valen nuestras promesas desde que no nos hablamos más? Nada. Que habernos cruzado en esta vida no siga el mismo recorrido, el de valer nada. Por favor. Sé que valió la pena y puede seguir haciéndolo.

Pierdo el orgullo, te lo digo en la cara: “te extraño”. Ahora sí, poné la mesa para dos y esperame con esa comida que sabés que me gusta. Conozco el camino, no tardo en llegar.

.

Lucía Chiola Iannone

bottom of page