Que la vida nos vuelva a encontrar
- Lucía Chiola Iannone
- 14 ene 2020
- 2 Min. de lectura
“Que la vida nos vuelva a encontrar”, “que la vida nos siga cruzando”, “que la vida nos una”. ¿No será demasiado lo que le pedimos a la vida? Más todavía teniendo en cuenta que sus actos suelen responder a los nuestros.
Le pedimos cosas como si ella fuese un hada madrina, le exigimos todo aquello que no tenemos las agallas de hacer, o peor aún, lo hacemos porque es el camino más fácil, ese que a la larga resulta mal.
Existiendo las piernas, los bondis, las redes sociales, los servicios de mensajería y los celulares, es absurdo acudir a una fuerza mayor pretendiendo que sea ella quien produzca un encuentro con alguien que queremos ver.
Será, entonces, que tanto no lo queremos ver, que faltan ganas, que sobran planes mejores o que siempre hay una excusa válida, una mentirita piadosa. Será que es una frase que suena bien en tarjetas de cumpleaños y que no representa nuestras intenciones, que esconde nuestra falta de voluntad para concretar un encuentro.
“Cuando quieras, nos vemos”, respondemos y sólo queda en un “dale” del otro lado. En ocasiones alguien agrega “no colguemos”, sabiendo que efectivamente van a colgar, y que tanto no importa.
Hay gente que no queremos ver o no nos importa lo suficiente y entonces nos decantamos por usar frases hechas, las que más odio, para fingir que sí. Para hacerles creer, o pero aún, convencernos a nosotros mismos de que hay ganas.
En realidad, las hay solamente si el encuentro lo produce la vida, que no sabemos bien quién es, pero la cargamos del enorme peso de unir caminos y la culpamos cuando estos se distancian.
A la misma que termina repentinamente, que quita, que muchas veces nos parece injusta, pretendemos pedirle que nos dé algo que ni siquiera queremos. Porque cuando algo o alguien se quiere de verdad, no se necesitan hadas madrinas, ni deseos lanzados a fuerzas superiores para tomar el celular y escribir “¿Te parece bien el viernes a las cinco?”
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Lucía Chiola Iannone
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